Mónika Ertl, la vengadora del Che

Imilla, la revolucionaria
Imilla, la revolucionaria

La venganza suele ser acuñada de negativa y perniciosa, sin embargo, el contenido semántico de esa palabra ampara vocablos como resarcimiento, desquite, reparación e incluso compensación.
¿Acusaríamos a la venganza si esta pretende limpiar el oprobio a nuestros seres queridos?
¿Qué pensaría usted de quien da un escarmiento a un sanguinario?
Muchas son las historias relacionadas con la venganza como castigo a victimarios. Hoy les cuento la de Mónika Ertl, la vengadora del Che.
Nació en Alemania, en medio de la efervescencia del nazismo y al emigrar a Bolivia se apasionó, gracias a su padre, por la fotografía. Esta práctica le valió para ser considerada una mujer pionera en la realización de documentales en la historia del séptimo arte.
La ruptura de su único matrimonio la acercó a una vida dedicada a causas nobles entre las que resalta la fundación de un hogar para huérfanos en La Paz, convertido hoy en hospital.
Su postura combativa, idealista, perseverante, le impulsó sentimientos de idolatría por el Guerrillero Heroico, al que consideraba un Dios.
La muerte del Che, le hirió las entrañas y la empujó a convertirse en “Imilla la revolucionaria” consagrándose a una nueva vida en las colinas bolivianas. Pero una determinación dominaba su mente: ejecutar al responsable directo del ultraje al Che pues luego de asesinado en La Higuera, sus manos fueron amputadas.
Su misión se cumplió el primero de abril de 1971. Monika entró en la oficina del cónsul de Bolivia y esperó pacientemente a Roberto Quintanilla, autor de aquel agravio.
Cuando este entra, se detiene ante la belleza de la mujer. No hubo palabras, le fija la mirada, extrae su revólver y dispara tres veces.
Victoria o muerte, deja en papel escrito esta revolucionaria junto a una peluca, su bolso y su Colt Cobra 38 Special. No importaban los riesgos, solo cumplir la sentencia a muerte del profanador del cadáver de uno de los hombres más ilustres y queridos: Ernesto Guevara de La Serna, su paradigma.
Monika o Imilla, tenía solo 34 años cuando cumplió su cometido de venganza. Pasados tres años, una emboscada terminó con su vida.
Su nombre lidera la lista de seguidores “del comunismo” y por ende “el terrorismo” en Europa, otros la distinguen como una valiente mujer.
Para usted ¿qué calificativo tendría?